Pedir perdón

Lucas 19, 8. “Zaqueo se levantó entonces y le dijo al
Señor: —Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad
de todo lo que tengo; y si le he robado algo a alguien,
le devolveré cuatro veces más. Jesús le dijo: —Hoy ha
llegado la salvación a esta casa, porque este hombre
también es descendiente de Abraham”.


Una buena decisión en esta Navidad, es pedir perdón.
Dejar a un lado el orgullo, el rencor, la indiferencia y
la dureza de corazón, y atrevernos a dar el paso para
pedir perdón y reparar el daño que le hemos hecho a
nuestros hermanos, parientes, amigos, pareja o hijos.
Es aterrizar de verdad la espiritualidad en hechos concretos
de amor. Pero esta petición de perdón debe ir
acompañada con la firme intención de cambio para
que no se convierta en una simple frase de cajón. En
eso consiste la vida nueva; la realidad de la conversión
tiene que partir del reconocimiento de culpa y la petición
de perdón.


Pedir perdón se hace necesario para sanar el corazón
del hermano que quedó resentido por nuestra
culpa, por nuestra traición, por nuestra ira o por
nuestra indiferencia. Pedir perdón es de verdaderos
valientes.


Piensa con detenimiento a cuántas personas
has dañado en tu vida y comienza en esta Navidad
a recorrer el camino de regreso a la casa del Padre,
poniéndote en paz con los que has ofendido.
La petición de perdón no puede ser general, sino
particular, es decir, no se vale expresar: “Si a alguien
he ofendido, pido perdón”. Debemos ser claros y
directos, porque todos somos conscientes de haber
ofendido a alguien en particular, con una expresión,
una defraudación, una traición, una murmuración,
un comentario malintencionado, una falta de gratitud,
una infidelidad, una discriminación, un olvido o
una actitud déspota; la negación de una ayuda, una
contestación airada, un sarcasmo o cualquier acto
negativo que hayamos cometido.


Simplemente te invito a que vayas donde aquella persona
a quien sabes que ofendiste y le pidas perdón
humildemente, sin más rodeos. Habla con sinceridad
y ayuda a que su corazón sane y, de paso, también el
tuyo. Hazlo por ti y por los demás, vale la pena experimentar
la liberación a través de la petición de perdón.


Dios, Padre de amor:
En tus benditas manos está nuestra vida. A Ti que conoces
nuestra vida y todos nuestros actos, te pedimos
que nos ayudes a recordar a quién hemos ofendido
y que, en el nombre de Jesús, nos des la oportunidad
de pedir perdón con humildad y sencillez de corazón a
quienes hayamos ofendido. Te pedimos, en el nombre
de Jesús, que en esta Navidad haya reconciliación en
nuestras vidas.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión III por Juan Alberto Echeverry

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