¿Y si no ocurre lo que anhelas?

1Corintios 13, 12. “Ahora vemos de manera borrosa,
como en un espejo; pero un día lo veremos todo tal como
es en realidad. Mi conocimiento es ahora imperfecto,
pero un día lo conoceré todo del mismo a Dios como él
me ha conocido siempre a mí”.

Es difícil mantener la fe sin ver los resultados que
anhelamos o que hemos clamado durante mucho
tiempo. Algunas veces sentimos decepción o tristeza
profunda, cuando vemos que pedimos y pedimos, y
no nos llega la respuesta, pero ¿Qué sucedería si esa
respuesta nunca llega?

Tal vez lo más difícil para el hombre es entender los
designios secretos de Dios. Quien vive movido por
su Espíritu Santo, aprende a vivir en su voluntad y
aprende sin desanimarse, a acoger los acontecimientos
y sucesos que la vida le presenta. Tal vez ahora no
entendamos lo que vivimos y miremos las cosas de
manera borrosa, pero un día comprenderemos por
qué no se nos dieron nunca ciertas cosas. No te estoy
diciendo que dejes de clamar los anhelos profundos
de tu corazón, sino que además de pedir, prepara tu
vida para aceptar la perfecta voluntad de Dios, con
valentía, paciencia y alegría. Con la esperanza de los
hijos de Dios, sabiendo que Dios tiene un plan perfecto
para nuestra vida.

Romanos 8, 28a. “Sabemos que Dios dispone todas las
cosas para el bien de quienes le aman…”.

Si has clamado por tener una pareja y no se ha dado,
por algo será; si has clamado hijos y no han llegado,
por algo será; si has clamado por una sanación y no se
ha dado, por algo será; si has clamado por un empleo
y no se ha dado, por algo será; si has clamado por
la conversión de una persona y no se ha dado, por
algo será; si has clamado por la venta de algún bien
y no se ha dado, por algo será. No te desesperes ni
vivas en amargura, sino más bien confía en Dios con
todo tu corazón, puesto que detrás de lo que estás
viviendo, Él tiene algún plan de bendición que tal vez
no entendamos.

No puedes pasar la vida amargado(a) por algo que
no te llega. Más bien acoge con amor y paciencia lo
que se vive, esperando que Dios tenga la última palabra,
sin perder el norte de tu vida. Sigue clamando y
anhelando, pero con la alegría de vivir cada día con el
amor de Dios en tu corazón, aunque no veas resuelta
tu petición.

Romanos 12, 12. “Vivan alegres por la esperanza que
tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen
nunca de orar”.

Dios, Padre de amor:
Tú conoces mi vida y mi corazón, conoces mis necesidades,
mis anhelos y mi debilidad; sabes lo que
mi corazón anida y conoces el estado de mi fe. Hoy
quiero decirte que acojo tu perfecta voluntad en mi
vida y que propongo vivir con alegría el resto de ella,
confiando en que Tú tienes un perfecto plan de salvación
para mí. Te pido, en el nombre de Jesús, que
concedas los anhelos más profundos de mi corazón,
pero si eso no llegare a suceder, ayúdame a entender
que ello producirá un mayor bien para mi vida y
mi eternidad. Te pido, en el nombre de Jesús, que me
ayudes a ser feliz en las buenas y en las malas, y que
jamás reniegue de Ti.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión II por Juan Alberto Echeverry


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