Tu realidad

Génesis 39,19 Así me trató tu esclavo.
El amo de José se enojó mucho al oír lo que su esposa le
estaba contando,
20 así que agarró a José y ordenó que lo metieran en la
cárcel, donde estaban los presos del rey.
Pero aun en la cárcel
21 el Señor siguió estando con José y mostrándole su
bondad, pues hizo que se ganara la simpatía
del jefe de la cárcel.

Cada uno de nosotros debe aterrizar en su propia realidad
y, a partir de ella, comenzar a construir su futuro
y su bendición. Recordemos que José cayó injustamente
en la cárcel, pero aún allí, jamás renegó de su
situación, y aunque pasó trece largos años en ella, trabajó
y se hizo la vida más amable, al punto que al final
saltó de la cárcel al puesto más encumbrado del reino.
No te quejes por las cosas que te toca vivir, sino que
acepta con humildad tu realidad y trabaja con amor,
fe y esperanza por construir un camino mejor, pero
no vivas amargándote la existencia por cosas que no
tienes, o situaciones que no vives, porque el transitar
por ese camino se hará más duro y pesado. Piensa
que con la ayuda de Dios, con tu trabajo y el bien que
hagas, poco a poco irás progresando y, cuando menos
lo pienses, estarás en una mejor posición.

Lamentaciones 3,31 El Señor no ha de abandonarnos
para siempre.
32 Aunque hace sufrir, también se compadece,
porque su amor es inmenso.
33 Realmente no le agrada afligir
ni causar dolor a los hombres.

Trabaja desde tu realidad por conquistar tus sueños
y tus metas, y ten presente que es con humildad, trabajo,
paciencia y la gracia de Dios, que vas a conquistar
nuevas metas.

Dios Padre de misericordia: Tú conoces nuestra realidad
y sabes cuánto sufrimos y anhelamos un mañana
mejor. Te pedimos en el nombre de Jesús que nos
regales la fuerza, la valentía, la entereza y la sensatez
para afrentar nuestra realidad, y luchar por conquistar
nuevas metas. No permitas que nos desgastemos en
quejas y anhelos de cosas que por ahora no tenemos,
sino que con paciencia y humildad luchemos por construir
con tu gracia, un futuro mejor.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión III por Juan Alberto Echeverry

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