Ten esperanza

Salmo 42, 5. “¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza
he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!”.

Hay una fuerza interior que me empuja a creer, a
esperar el auxilio divino aunque parezca tardar; que
me invita a esperar con paciencia a que las cosas cambien,
a creer que hay un bien superior por encima de
un aparente mal. Hay una realidad para aquellos que
esperan confiados en recibir ayuda en momentos de
tribulación y por ello la esperanza no nos defrauda,
sino que alienta nuestro caminar.

Jeremías 29, 11. “Yo sé los planes que tengo
para ustedes, planes para su bienestar y no para
su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza.
Yo, el Señor, lo afirmo”.

Esperanza, viene de esperar con añoranza, de esperar
con la seguridad de que en algún momento aparecerá
la respuesta o la ayuda necesaria. Es tener la certeza
de que siempre vendrá un futuro mejor. Esperanza,
es la realidad que vive una persona confiada en un
Dios que no defrauda. Es vivir con serenidad en medio
de la prueba, porque se sabe que pronto llegará la
respuesta. Tener esperanza es continuar obrando
siempre el bien, aunque todo te invite a obrar el mal
o hacer justicia por tus propios medios; es saber que
siempre Dios va a responder a tus súplicas.

Eclesiástico 2, 10. “Fíjense lo que sucedió en otros
tiempos; nadie que confiara en el Señor se vio
decepcionado; nadie que lo honrara fielmente se
vio abandonado; a todos los que lo invocaron, Él los
escuchó”.

Así que, no te desanimes, mantén viva la llama de la
esperanza y confía en que pronto llegará la respuesta
de Dios para tu vida.

Dios, Padre de amor:
Nuestra esperanza está puesta en ti. No permitas que
nuestra mente y nuestro corazón vacilen ante la tribulación
o las acechanzas del enemigo. Te pedimos,
en el nombre de Jesús, que nos ayudes a permanecer
confiados en ti; teniendo firme nuestra esperanza y la
plena seguridad que tu justicia y tu misericordia llenan
de bienes a quienes confían en ti. Te pedimos perdón
porque a veces nos desanimamos y nos olvidamos de
todo lo que has hecho en favor de tus hijos. Ayúdanos
a tener presente que ante todo eres Padre, y un padre
que siempre sale con amor al auxilio de sus hijos.
Amén.

 Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión III por Juan Alberto Echeverry


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