Reflexión ante la tentación

Mateo 27, 13-14. “Por eso Pilato le preguntó: — ¿No oyes todo lo que están diciendo contra ti? Pero Jesús no le contestó ni una sola palabra; de manera que el gobernador se quedó muy extrañado”. Con frecuencia, por un lado, somos tentados con toda clase de hostigamientos verbales por el espíritu del mal, que utiliza los labios de quienes quieren hacernos salir de nuestra sobriedad o nuestra paz. Por otro lado, están las tentaciones que a diario buscan en  nuestro interior que caigamos con expresiones desatinadas en diversas conversaciones o simplemente con pensamientos que nunca debimos permitir que salieran a flote. Cientos de veces nos sucede que después que hablamos, quedamos con un sinsabor por haber dicho cosas que no debíamos expresar. Cómo nos cuesta crecer y madurar en todos los aspectos de la vida, especialmente en la prudencia al hablar; pero es preciso que lo hagamos con urgencia, pues quien aprende a dominar su manera de hablar, se hace virtuoso en la fe y la espiritualidad, se hace una persona verdaderamente grande. Quédate callado(a) ante la agresión verbal de tu esposo(a), de un jefe, un amigo y hasta de un desconocido. Guarda silencio en una conversación donde están murmurando de alguna persona, amiga o enemiga; no empeores tu estado espiritual contaminándolo con los susurros que el mal te hace al interior de tu mente. Quédate callado ante el impulso de decir algo que lleve coquetería a alguien que te agrada, pero que no está dentro del orden de una relación santa. No agredas a tus hijos, pareja, familia o amigos con palabras que ya no puedas remediar… imita el silencio de Jesús. Ahora bien, si ya caíste en la tentación, perdónate y vuelve a empezar. Dios siempre te dará nuevas oportunidades. Marcos 7, 18. “Él les dijo: — ¿Así que ustedes tampoco lo comprenden? ¿No entienden que nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre?”. Marcos 7, 20-23. “Dijo también: —Lo que sale del hombre, eso sí lo hace impuro. Porque de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensam ntos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas cosas malas salen de adentro y hacen impuro al hombre”. Necesitamos aprender –como Jesús– a callar en los momentos cruciales y de presión que la vida nos impone. Tú y yo estamos destinados a ser seres superiores, capaces de dominar nuestros impulsos y emociones, y de imitar a Cristo, que es el hombre perfecto. Así, con el paso del tiempo, conseguiremos decir: “Tuve la tentación de contestar pero siquiera callé”. Eclesiastés 3, 7b. “Un momento para callar y un momento para hablar”. Dios, Padre de amor: En tus benditas manos está nuestra vida y todos nuestros pensamientos. Tú conoces el más mínimo detalle que acontece en nosotros y alrededor nuestro. Te pedimos, en el nombre de Jesús, que nos regales la gracia de crecer y madurar en la fe, que nos ayudes con el don del dominio propio y el discernimiento para callar cuando sea adecuado y hablar cuando sea preciso. Te pedimos que nos regales palabras de sabiduría en cada momento para cumplir tu perfecta voluntad, como la cumplió Jesús. Hoy clamamos el don del Espíritu Santo para que guíe nuestras palabras, aún en los momentos de oración. Amén.

Reflexión tomada del libro "Una reflexión para cada ocasión II" escrito por Juan Alberto Echeverry.


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