Quieres fortalecerte?

1Reyes 19, 5-7. “Y se acostó allí, bajo la retama, y se
quedó dormido. Pero un ángel llegó, y tocándolo le dijo:
‘Levántate y come’. Elías miró a su alrededor, y vio que
cerca de su cabecera había una torta cocida sobre las
brasas y una jarra de agua. Entonces se levantó, y comió y
bebió; después se volvió a acostar. Pero el ángel del Señor
vino por segunda vez, y tocándolo le dijo: ‘Levántate y
come, porque si no el viaje será demasiado largo para ti’.
Elías se levantó, y comió y bebió. Y aquella comida le dio
fuerzas para caminar cuarenta días y cuarenta noches
hasta llegar a Horeb, el monte de Dios”.

Ciertamente, el camino de la vida es largo, desgastante
y muchas veces tortuoso, con subidas, bajadas
y llanos. Pero si no nos fortalecemos con el alimento
de la verdad, entonces se hará más difícil y menos placentero.
Dios sabe que nuestro trasegar por la vida es
complejo, especialmente porque nuestra naturaleza
caída así nos lo hace sentir. Pero Él nos ha enviado
el alimento de su palabra, de los sacramentos y de
la compañía de su iglesia para que seamos fuertes y
resistamos todo embate del enemigo, hasta legar en
victoria a la meta.

Juan 6, 51. “Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo;
el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan
que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del
mundo”.

Apocalipsis 10, 8-10. “La voz que yo había oído, y que
salía del cielo, volvió a hablarme, y me dijo: ‘Anda y
toma el rollito abierto que tiene en la mano el ángel
que está de pie sobre el ma r y sobre la tierra’. Fui al
ángel y le pedí que me diera el rollito, y me contestó:
‘Toma y cómetelo. En tu boca será dulce como la miel,
pero en tu estómago se volverá amargo’. Tomé el
rollito de la mano del ángel, y me lo comí; y en mi boca
era dulce como la miel, pero una vez que me lo comí,
se me volvió amargo en el estómago”.

Hebreos 10, 24-25. “Busquemos la manera de ayudarnos
unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. No
dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen
algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más
cuanto que vemos que el día del Señor se acerca”.

Queremos saber, pero no leemos; queremos estar
fortalecidos, pero nos da pereza reunirnos con los
hermanos que han vivido experiencias y nos pueden
ayudar; queremos santificarnos pero no vivimos unidos
al Señor por medio de los sacramentos. Muchas
veces somos como niños mal alimentados que quieren
ser fuertes o queremos tener soluciones mágicas
a los problemas; pero –como los niños mal alimentados–
que solo tienen dulces, golosinas y distractores,
mas nada de alimento sólido, así nosotros pretendemos
tener solo emociones y no queremos digerir
sabiduría.

Dios, Padre de amor:
Tú tienes un plan de bendición para cada uno de
tus hijos, pues desde siempre has cosido el mejor
alimento sólido para el alma. Te pedimos que nos
regales la gracia de despertar de nuestro letargo y
poder alimentarnos de tu Palabra, los sacramentos
y la convivencia con otros hermanos para poder ser
fuertes en nuestro caminar. Te pedimos, en el nombre
de Jesús, que nos perdones toda pereza y el tiempo
que desperdiciamos para conocer la verdad y fortalecernos.
Te pedimos que con tu amor, nos ayudes a
aprovechar bien el tiempo cada día.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión II por Juan Alberto Echeverry


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