Pasa la página
por La Tinaja Editorial2 Samuel 12,20 Entonces David se levantó del suelo, se
bañó, se perfumó y se cambió de ropa, y entró en el
templo para adorar al Señor. Después fue a su casa, y
pidió de comer y comió.
2 Samuel 12,24 Después David consoló a Betsabé, su
mujer. Fue a visitarla y se unió a ella, y ella dio a luz un
hijo al que David llamó Salomón.
El Señor amó a este niño.
Tendemos a hacer fijaciones de nuestros fracasos,
pecados, rencores o debilidades; y nos quedamos
rumiando el dolor, haciendo duelo, latigándonos o
descalificándonos a nosotros mismos, por algo que se
perdió o que no logramos conquistar.
No te quedes en el pasado, levántate y comienza
junto con el nuevo día, un nuevo proyecto, una nueva
etapa, una nueva meta. Aprende de los errores del
pasado y vuelve a emprender el camino. Si las cosas
que anhelas no dependen de ti, ¿para qué te preocupas?
Déjalas en las manos de Dios, pues Él tiene una
mejor visión que la tuya y la mía. Con plena seguridad,
vendrá algo mejor y más grande para tu vida. Aparta
de tu mente y corazón la mirada pesimista o fatalista,
sacúdete del pasado y emprende un nuevo camino.
Juan 2,10 y le dijo:
—Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los
invitados ya han bebido bastante, entonces se sirve el vino
corriente. Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.
Muchas veces creemos que lo mejor sería lo que nosotros
habíamos planeado, pero se nos olvida que Dios
puede tener un mejor plan, y quiere dejarlo para el
final, tal vez eso nos enseña que debemos depender
más de Dios, y menos de nuestra soberbia y nuestras
propias fuerzas.
Dios padre de amor: Aquí estamos una vez más
delante de tu presencia, para que nos regales el consuelo
divino, nos levantes y nos des una nueva mirada,
una nueva esperanza y una nueva alegría en el corazón.
Te pedimos en el nombre de Jesús, el don del
Espíritu Santo, para saber poner límite a nuestros sentimientos
y pasiones negativas, a fin de poder pasar la
página de nuestros fracasos de manera oportuna.
Amén.
Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión III por Juan Alberto Echeverry