Oración ante el Santísimo

Aquí estoy Señor, en tu Santa presencia. He venido con mi miseria, con mis miedos, mis errores, mis fracasos y mis aciertos. Aquí estoy con mi voluntad, para adorarte y bendecirte, a pesar de mi pecado. Aquí estoy con mi corazón, tal como  soy. Tú me conoces verdaderamente; tal vez al mundo puedo mentirle, incluso a mi mismo me podría mentir, pero Tú me conoces bien y sabes lo que tengo y lo que soy. Mi fe y mi corazón me dicen que estás allí presente en esta Santa Hostia colmándolo todo de tu presencia. Todo un Dios, te has hecho humilde en este pan, para permanecer con nosotros todos los días de nuestra vida. Quiero agradecerte por tu inmensa bondad y misericordia, por hacerte pequeño para nosotros. Quiero que los rayos de luz que salen de tu amadísimo corazón, se claven en mi ser e iluminen toda la oscuridad de mi vida y que cuando salga de este santo lugar, pueda irradiar la luz de tu presencia en mi caminar a todas las personas que me rodean y en todos los sitios donde vaya. Quiero reparar en tu presencia en este tiempo, por todos los pecados y vejámenes cometidos contra tu Sacratísimo Cuerpo, por todas las transgresiones y sacrilegios cometidos en el mundo entero contra la Santa Hostia y también reparar por mi propio pecado, cuando he recibido indignamente tu Cuerpo y tu Sangre, habiéndolo recibido quizá con rencores en mi corazón, estando en pecado mortal o en pecado venial sin arrepentimiento. Estoy seguro Señor Jesús, que no es más gran de el poder del mal que tu poder y que, aún si todo el mundo renunciara a la fe, tu poder seguiría intacto y seguiría brillando tu Luz desde cada custodia que porte tu Santa presencia, porque Tú eres el sol de eternos rayos. Todo lo que mi pequeña razón dijera de Ti, no podría jamás llegar a describir con verdadero acierto la grandeza de tu perfección. Por eso estoy aquí sólo para adorarte, porque en mi miseria, no puedo dar nada bueno, sólo puedo recibir de Ti que eres el único y mayor dispensador de todas las gracias. Aquí estoy Amadísimo Señor mío, para estar profundam te unido a Ti y refugiarme en tu presencia dispuesto a recibir de los tesoros de tu gracia. Aquí te presento mis dolores, mis inquietudes, mis anhelos, mi fragilidad y también a mi familia, mis amigos y mis enemigos. He venido también para interceder por el mundo entero, para que continúes derramando el caudal de tu infinita misericordia; para pedir especialmente por todos los sacerdotes del mundo entero, de manera extraordinaria, por todos aquellos que han caído en pecado mortal y por todos los que están siendo atacados por una fuerte tentación. Por los gobernantes del mundo entero y por todos los países, especialmente por los que han permitido que se aprueben las leyes que permiten el aborto y las uniones ilegales que inundan de pecado y maldad el mundo entero. Quiero que en el silencio de tu presencia me hables al corazón y me llenes de tu Santa paz. Te pido Señor que muevas mi corazón a la misericordia y que yo pueda despertar del letargo que me impide servir y amar con desprendimiento. Aquí estoy para Ti. (Guardar unos minutos de silencio y escuchar en el corazón la inspiración de Dios). Amén. Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.

Oración tomada del libro Una oración para cada ocasión por Juan Alberto Echeverry


Dejar un comentario

Por favor tenga en cuenta que los comentarios deben ser aprobados antes de ser publicados