No la dejes escapar

1Timoteo 6, 12. “Pelea la buena batalla de la fe;
no dejes escapar la vida eterna, pues para eso
te llamó Dios y por eso hiciste una buena declaración
de tu fe delante de muchos testigos”.

Nadie ha dicho que es fácil, pero hay que luchar con
valor y fe la batalla que tenemos por delante. Entiendo
que se nos presentan tentaciones, que también el mal
nos ataca y acosa con problemas y persecuciones de
diversa índole, incluso, al interior de la propia familia.
No obstante, todo ello sirve para fortalecer nuestros
músculos espirituales; para hacer crecer nuestro
espíritu y nuestra fe. No te dejes vencer por la rabia,
el desánimo, la impaciencia, la tristeza, los problemas
económicos o afectivos; porque todo ello fue
advertido por Nuestro Señor, quien nos pide que nos
mantengamos firmes y orantes para alcanzar el premio
final.

Lucas 21, 18-19. “pero no se perderá ni un cabello de su
cabeza. ¡Manténganse firmes para poder salvarse!”.

No pienses que todas las cosas en el camino de Dios
son malas o tienen tropiezos y problemas; aunque
algunas veces las enfrentemos, son muchos más los
momentos de alegría, prosperidad y bendición. A
todos los que seguimos al Señor en el mundo entero,
se nos presentan las mismas situaciones pero, en todas
ellas, Dios nos respalda y nos hace salir victoriosos.

1Pedro 5,9. “Resístanle, firmes en la fe, sabiendo que en
todas partes del mundo sus hermanos de ustedes están
sufriendo las mismas cosas”.

Hoy te invito a que te llenes de alegría y esperanza y
que recargues el deseo de encontrarte eternamente
con Dios; el deseo de levantarte de nuevo en la fe y
de caminar con empeño hacia la meta. No dejes que la
tristeza, la amargura, los problemas o las tentaciones
te saquen del camino de la salvación. Prepárate para
lo que se presente en la vida y ten la plena seguridad
que con una fuerza superior, Dios está luchando contigo
hasta el fin del mundo:

Mateo 28, 20b. “Por mi parte, yo estaré con ustedes
todos los días, hasta el fin del mundo”.

Dios, Padre de amor:
Hay momentos en los que nos sentimos cansados y a
punto de desfallecer; por ello, cada día clamamos tu
presencia y la fuerza de tu amor para que nos sostengas
con el don de la fe y la perseverancia, hasta que
lleguemos al feliz encuentro eterno contigo. Te pedi
mos, en el nombre de Jesús, que acortes el tiempo del
sufrimiento en nuestra vida y nos regales la alegría de
tener cada día una respuesta a nuestras súplicas. Te
pedimos por todos aquellos que están sufriendo y a
punto de desfallecer, y que son débiles en su fe, para
que puedan crecer hasta alanzar la estatura de Cristo.
Te damos gracias por toda la ayuda que le regalas a tus
hijos y que se manifiesta con poder en su diario vivir.
Gracias porque por tu infinito amor a todos nos quieres
tener en tu santo reino, disfrutando eternamente.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión II por Juan Alberto Echeverry


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