La paciencia de Dios
por La Tinaja EditorialRomanos 2, 4. “Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que es precisamente su bondad la que te está llevando a convertirte a él”. 2Pedro 3, 15ª. “Tengan en cuenta que la paciencia con que nuestro Señor nos trata es para nuestra salvación”. Algunas veces nos parece que a Dios no le importara el sufrimiento de los hombres o que no tiene el poder para intervenir cuando los malvados siguen obrando el mal, sin que nadie les ponga un límite o un término. Lo que sucede es que Dios sabe que la muerte para todo ser humano es inevitable y el castigo es eternamente largo; los siglos de los siglos se suceden en la eterna oscuridad de la condenación, donde ya no hay remedio. Por eso Dios le tiene mucha paciencia al hombre y espera su conversión hasta última hora. Esta vida es corta y pasajera y los años pasan tan rápido que finalmente parecen un suspiro; así que, en relación con los que son víctimas y sufren, Dios les tiene su premio eterno, por ello, no te aflijas, sino más bien toma una actitud de oración, pidiendo a Dios que acorte el tiempo del sufrimiento y que tenga misericordia de todos, para que todos alcancemos la salvación. 1Timoteo 2, 1-4. “Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias a Dios por toda la humanidad. Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad”. Ahora bien, siendo la voluntad de Dios que alcancemos la conversión antes de morir, ¿Qué pasa si la voluntad de un malvado que es libre, te quita la vida sin que estés en gracia o si en un accidente pierdes tu vida, estando en pecado mortal? No esperes a llegar hasta el límite o a que sea demasiado tarde para convertirte a Dios; no arriesgues tú salvación, pues la eternidad no termina nunca. Dios, Padre de amor: Tú que eres todo amor y misericordia, te pedimos que acortes en nuestras vidas el tiempo de la tribulación y el sufrimiento, y que tengas misericordia de todos tus hijos, conforme a tu santa voluntad para que nos lleves a la eterna salvación. Te lo pedimos Padre, por Cristo Jesús, señor nuestro. Amén.
Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión II por Juan Alberto Echeverry