Dios ayuda pero…

Jeremías 24, 4-7. “Entonces me dijo el Señor: ‘Yo, el
Señor, el Dios de Israel, digo: Como a higos buenos
miraré al pueblo de Judá, que mandé desterrado de
aquí al país de los caldeos. Los miraré favorablemente,
los tendré bajo mi protección y los haré regresar a este
país. Aquí los haré prosperar, y no los volveré a destruir;
los plantaré, y no los volveré a arrancar. Les daré
entendimiento para que reconozcan que yo soy el Señor,
y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque volverán
a mí de todo corazón”.

Efectivamente, Dios ayuda a su pueblo y lo hace
prosperar, pero también pide nuestro esfuerzo, compromiso,
consagración y decisión de cambio. Quiere
que lo busquemos de todo corazón. Él hace lo de Él,
pero quiere que hagamos lo nuestro, sin detenernos
y sin desanimarnos. Es necesario esforzarnos en cambiar
y hacer lo que Él nos pide para ver el camino de la
prosperidad en todas las áreas de la vida; para que lo
que hagamos se multiplique en bendición:

2Pedro 1, 5-8. “Y por esto deben esforzarse en añadir a
su fe la buena conducta; a la buena conducta,
el entendimiento; al entendimiento, el dominio propio;
al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la
devoción; a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto
fraternal, el amor. Si ustedes poseen estas cosas y las
desarrollan, ni su vida será inútil ni habrán
conocido en vano a nuestro Señor Jesucristo”.

Sigue firme en tu propósito de cambio, en tu esfuerzo
por agradar a Dios, en buscarlo de corazón, en trabajar
con constancia y transparencia; en recuperar
el tiempo perdido y Dios hará que todo lo que hagas
prospere en tu vida. Dios te bendice, pero a ti te toca
hacer lo tuyo con optimismo, con esperanza y alegría.
Haz tu parte con toda diligencia y Dios hará la suya
para que seas verdaderamente feliz.

Dios, Padre de amor:
En tus benditas manos está nuestra vida, nuestros
proyectos, ideas y todo lo que hacemos. Si no eres Tú
el que lo hace prosperar, de nada sirve el esfuerzo. Te
pedimos, en el nombre de Jesús, que apartes de nuestra
vida todo vicio de pereza y desaliento; no permitas
que nos quedemos postrados en el piso, sino que tengamos
la fuerza y el valor para hacer lo que a nosotros
nos corresponde para que Tú lo hagas prosperar.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión II por Juan Alberto Echeverry

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