¿Cuánto vas sembrar hoy?

Génesis 4, 6- 7. “Entonces el Señor le dijo: ‘¿Por qué
te enojas y pones tan mala cara? Si hicieras lo bueno,
podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el
pecado está esperando el momento de dominarte. Sin
embargo, tú puedes dominarlo a él.’”

Siempre surgirán invitaciones a reaccionar negativamente
frente a las diversas situaciones que nos
presenta la vida. En nosotros está la decisión de optar
por el bien o dejar que los impulsos o la agresividad
nos dominen; en nosotros está permitir que estos
destruyan y siembren más semillas de dolor y maldad.

Tú y yo no fuimos creados para ser sembradores de
amargura y dolor, sino para ser instrumentos de bendición
en todos los caminos de la vida. Tú y yo podemos
ser portadores de buenas noticias, de buenos actos;
podemos ser fruto de bendición. Es nuestro deber
hacer esfuerzos ingentes por no dejarnos tentar por
el mal sino, todo lo contrario, vencer al mal con la
fuerza del bien.

Romanos 12, 20-21. “Y también: ‘Si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber;
así harás que le arda la cara de vergüenza.’ No te dejes
vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal”.

Puedes sembrar palabras de bendición donde quiera
que pases, quedarte callado ante la insignificante
ofensa de alguien y no permitir que el odio crezca en
ti; puedes ayudar a quien esté necesitado a tu alrededor
sin esperar recompensa; cerrar los labios en una
conversación donde se está murmurando… puedes
ser instrumento de bendición y no de maldición, tú
decides.

Lucas 9, 52-55. “Envió por delante mensajeros, que
fueron a una aldea de Samaria para conseguirle
alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo,
porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le
dijeron: —Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego
del cielo, y que acabe con ellos? Pero Jesús se volvió y los
reprendió”.

Ciertamente es difícil no responder con agresión a
quien nos enfrenta; no obstante, es nuestro deber
cambiar la actitud y convertirnos en sembradores de
bendición. Dios nos exhorta a no responder con agresión
sino con bendición.

Dios, Padre de amor:
Tú que eres la perfección del amor, te pedimos, en el
nombre de Jesús, que nos ayudes a sembrar amor en
nuestro diario caminar. Te pedimos el don del dominio
propio para no responder mal a quienes nos tientan
para que lo hagamos. No permitas que se nos salga la
maldad que llevamos dentro, sino que con tu gracia,
podamos combatirla y transformarla en bendición. Te
pedimos que nos regales la gracia de la reparación de
nuestros pecados para que el mundo sepa que en verdad
somos testigos de tu amor.
Amén.

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Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión II por Juan Alberto Echeverry

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