Ablanda tu corazón

Salmo 95,8 “No endurezcan su corazón, como en
Meribá; como aquel día en Masá, en el desierto

La vida nos habla tan claro a través de los golpes, las
realidades de la muerte, la soledad, la vejez, las quie
bras económicas, las enfermedades, las guerras y todo
tipo de circunstancias difíciles pero pareciera que fuéramos
sordos, ciegos, mudos o insensibles. Seguimos
peleando, dañando, rivalizando y agravando aún más
la situación del mundo.

Tú no naciste para dejar que tu corazón se endureciera
y se llenara de soberbia, sino para abrirte al amor, al
perdón y a la misericordia. Naciste para sumar, no
para restarle al mundo. No te dejes contaminar de la
prisa, la rabia, la intolerancia, lo torcido, la indolencia
y la indiferencia.

Colosenses 3,12 Dios los ama a ustedes y los ha escogido
para que pertenezcan al pueblo santo. Revístanse
de sentimientos de compasión, bondad, humildad,
mansedumbre y paciencia.
13 Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene
una queja contra otro. Así como el Señor los perdonó,
perdonen también ustedes.
14 Sobre todo revístanse de amor, que es el lazo
de la perfecta unión.
15 Y que la paz de Cristo reine en sus corazones, porque
con este propósito los llamó Dios a formar un solo
cuerpo. Y sean agradecidos.

Dios Padre de amor: Ponemos nuestra vida delante de
tu presencia, pidiendo en el nombre de Jesús, que nos
regales sentimientos de bondad, misericordia y amor,
para que no se endurezca nuestro corazón. Te pedimos
que no permitas que nos acostumbremos al mal,
de tal manera que aceptamos fácilmente lo errado,
sino que con un espíritu de sabiduría, cada día caminemos
en el progreso del bien y la verdad.
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión III por Juan Alberto Echeverry


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